Casualmente he visto una referencia de 1990 sobre esta intervención para ayudar a niños pequeños con problemas de agresividad. Me he dicho que ya tiene unos cuantos años, pero me he dado cuenta que se trataba de una publicación en español (Problemas Psicológicos de la Infancia), así que he pensado que el original tiene que ser más antiguo, y con el gusto que tengo por la arqueología me he puesto a buscarlo, encontrándolo rápidamente.
El documento más antiguo que he encontrado sobre la técnica de la tortuga es del año… 1974, y es un manual de 42 páginas, escrito por Marlene Schneider y Arthur Robin, titulado Turtle Manual. Ya que está disponible el manual, contaré la técnica según se describió originalmente.

La técnica de la tortuga es una herramienta de modificación de conducta basada en el autocontrol. Se desarrolló en el colegio Point of Woods, una escuela-laboratorio para niños con problemas de comportamiento, perteneciente a la Universidad Estatal de Nueva York. En palabras de los autores se dirige a:
Niños que carecen de la habilidad para gestionar el fracaso, a los que la frustración les produce rabietas, que pegan a otros, les insultan, les fastidian, que sufren innecesariamente por su falta de habilidad para controlar sus impulsos
El manual considera que la técnica puede ser eficaz para niños de Educación Infantil y del primer ciclo de Primaria (se puede adaptar a niños mayores sustituyendo la imagen de la tortuga por algo menos infantil como «tiempo muerto» o simplemente «stop»).
En una analogía con la tortuga, que se refugia en su concha cuando se siente en peligro, se enseña al niño a esconderse dentro de un caparazón imaginario cuando se siente amenazado por emociones incontrolables o por sucesos que le llevan a arremeter contra todo de forma impulsiva.
Se enseña al niño a responder a la palabra «tortuga» pegando cabeza y brazos al cuerpo. Si está sentado en clase puede esconder la cabeza debajo de la mesa y recoger los brazos. Una vez que el niño ha aprendido eso, se le enseña a relajarse mientras está haciendo la tortuga, ya que la relajación es incompatible con los comportamientos agresivos o disruptivos. Por último, se le enseñan técnicas de resolución de problemas para buscar alternativas para responder a la situación que le ha llevado a hacer la tortuga.
El procedimiento para utilizar la técnica de la tortuga es:
Paso 1: definir claramente la conducta objetivo
Elegir una conducta que sea visible y fácilmente diferenciable de otras. Parece algo muy sencillo. Por ejemplo puede parecer que «pegar» es una conducta visible y que se distingue con facilidad de «no pegar», pero hay que pensar si pegar de forma accidental es pegar, o si dar un empujón o chocarse contra otro es pegar, o si es lo mismo pegar sin más que pegar cuando el otro te ha agredido primero. Por tanto hay que definir la conducta o las conductas con las que se va a trabajar, es recomendable tener esa definición escrita, y hay que adherirse a ella.
Paso 2: tomar una línea base
Tomar una línea base consiste en registrar con qué frecuencia aparece la conducta que se va a trabajar. Basta con tener una tabla con los cinco días de la semana y los nombres de todos los alumnos, donde se hace una marca cada vez que se observa la conducta objetivo. El registro es fácil de hacer, pero, según mi experiencia, es muy difícil que se haga ya que normalmente queremos poner en marcha la intervención rápidamente. El caso es que, según el manual, habría que registrar la línea base durante una semana. No puedo evitar imaginarme a alguien diciendo «¡una semana con estos animales sacudiéndose!, ¡los padres me comen! Yo necesito algo que funcione ya».
Paso 3: evaluar la línea base
El manual recomienda introducir la técnica de la tortuga solo si la conducta objetivo se observa más de 10 veces al día en la clase. Si no puede ser mejor utilizar otros programas.
Paso 4: enseñar la técnica
Durante la primera semana se reservan 15 minutos diarios de clase para la práctica dirigida. En la primera sesión se presenta la historia de la tortuga:
Érase una vez una hermosa joven tortuga. Tenía (la edad de la clase) años y acababa de empezar (el curso de la clase). Se llamaba Tortuguita.
Tortuguita estaba muy molesta por tener que ir al colegio, Prefería estar en casa con su hermanito y su madre. No quería aprender las cosas del colegio sino que quería corretear por la calle y jugar con sus amigos, o pintar en su libro de dibujos.
Era demasiado cansado intentar escribir las letras o copiar de la pizarra. Prefería jugar y echar unas risas con sus compañeros, incluso le encantaba pelear con ellos. No le gustaba compartir. Le gustaba insultar a los otros chicos y quitarles sus bonitos juguetes. No le gustaba escuchar al profesor ni parar de hacer los magníficos sonidos de camión de bomberos que sabía imitar. Era muy duro estar siempre acordándose de no pegar y de no hacer ruido, y también era muy difícil no volverse loca con tantas cosas que la volvían loca.
Todos los días, mientras iba al colegio, se decía que ese día intentaría hacerlo bien y no meterse en líos. Pero a pesar de eso, todos los días se enfurecía con alguien y se peleaba. No podía evitar coger los juguetes de sus amigos que le gustaban y le encantaba insultar a los listos. Así que siempre se metía en líos y en unas semanas ya odiaba el colegio.Empezó a sentirse una mala tortuga y durante bastante tiempo continuó sintiéndose mal, muy mal.
Un día, cuando peor se sentía, Tortuguita se encontró con la tortuga más grande y más vieja de la ciudad. Era una tortuga sabia con más de 200 años, y grande como una casa. Tortuguita le habló muy suave, porque tenía miedo de la enorme tortuga, pero la vieja tortuga eran tan amable como grande, y estaba deseosa de ayudarle:
-Mira- dijo con su voz cavernosa, -Voy a contarte un secreto. ¿No te das cuenta de que llevas encima la solución a todos tus problemas?- Tortuguita no sabía de qué estaba hablando. -Tu caparazón, tu caparazón- dijo -para eso tienes un caparazón. Te puedes refugiar en él cada vez que sientas que estás enfadada y tienes ganas de pelear. Mientras estás en tu caparazón puedes descansar hasta que ya no te sientas enfadada, así que la próxima vez que te enfades, escóndete en él.-
A Tortuguita le encantó la idea, y estaba deseando probar su nuevo secreto en el colegio. Al día siguiente estaba allí, trabajando cuando, de repente, su compañero le golpeó accidentalmente en la espalda. Empezó a sentirse muy enfadada y estuvo a punto de sacudirle un buen puñetazo, pero, de pronto, recordó lo que le había dicho la vieja tortuga. Rápida como una centella recogió sus brazos, sus piernas y su cabeza y descansó hasta que no se sintió enfadada. Estaba encantada de encontrarse cómoda y tranquila en su caparazón, donde nadie podía molestarla. Cuando salió se llevó una sorpresa: el profesor estaba sonriéndole, y dijo que estaba orgullosa de ella.
Tortuguita continuó usando su técnica secreta durante todo el curso. Lo usaba cada vez que alguien se metía con ella, cuando tenía ganas de pegar a otros, cuando le insultaban o cuando tenía ganas de insultar. A final de curso, cuando entregaron las notas, era la mejor de la clase. Todo el mundo la admiraba y se preguntaba cuál era su secreto mágico.
Después se continúa con la práctica en grupo. El profesor inventa una situación problemática y hace una demostración de cómo convertirse en tortuga (pegar brazos y piernas al cuerpo y bajar la cabeza apoyando la mandíbula sobre el pecho mientras dice «tortuga»). Al cabo de un rato manifiesta que se encuentra mejor dentro del caparazón que en la situación problemática. Se pide a la clase que se imaginen otras situaciones problemáticas para practicar la técnica, y se les enseña a responder a la palabra «tortuga» con juegos como darse la vuelta y al volverse y decir «tortuga» todos tienen que convertirse en tortuga. Cada día se dedica un rato a la práctica en grupo con nuevas situaciones.
La práctica en grupo se combina con práctica individual en la que se pide a cada niño que practique la técnica en respuesta a frustraciones imaginadas, y se elogian las buenas interpretaciones. Además se pide a la clase que aplauda a los compañeros que realizan correctamente la tortuga. Se pueden dar pequeñas recompensas materiales por un uso correcto de la técnica.
Además de las sesiones de práctica, durante esta primera semana se continúa el registro de las conductas objetivo (paso 2) y, cuando un alumno utiliza espontáneamente la técnica de la tortuga fuera de las sesiones de práctica, se le felicita y se anima a sus compañeros a felicitarlo. También se recuerda y se anima a utilizar lo aprendido. Varias veces al día, de forma inesperada, se dice la palabra «tortuga» para que todo el mundo se ponga en posición de tortuga.
Algo que hay que tratar desde el principio es el uso inadecuado de la técnica. Por ejemplo, un niño podría pegar a otro y luego hacer la tortuga para evitar las consecuencias. O dos alumnos se pueden poner de acuerdo para insultarse, hacer la tortuga y, con eso, recibir atención del profesor y de la clase. Los autores del manual recuerdan que en la primera semana se quiere que utilicen la técnica tanto como sea posible, de modo que incluso en esos casos habría que elogiar a los alumnos.
Paso 5: práctica
Durante la segunda semana se mantienen las sesiones de práctica diarias, y la mayoría de lo establecido para la primera semana, pero se introducen algunas novedades. En primer lugar, se comienza a diferenciar las situaciones en que el uso de la tortuga es adecuado de las situaciones en las que es inapropiado, que no se refuerzan. Mediante ejemplos se explica a la clase qué usos son correctos y cuáles son incorrectos. En segundo lugar, se realizan provocaciones aleatorias, por ejemplo, quitarle repentinamente a un alumno el cuaderno a un alumno que está trabajando. Se espera que ante esa provocación utilice la técnica de la tortuga, tras lo que se le felicita, y si no lo hace se le explica que esa podría haber sido un momento adecuado para utilizar la tortuga.
Tras varias rondas del profesor provocando a los alumnos, se pide a un alumno que deambule por la clase y sea el el que moleste a algún compañero (algo que se supervisa estrechamente para que no se descontrole).
Paso 6: entrenamiento en relajación
Si después de dos semanas todo ha ido bien, se enseña a los niños a relajarse mientras están «dentro del caparazón». Para introducir esta fase se continúa la historia de Tortuguita
Tortuguita va todos los días al colegio, y se mete en su caparazón cada vez que otros niños le golpean, le insultan o le quitan algo. El profesor está contento y le pone a Tortuguita buenas notas. Pero Tortuguita se siente mal después de salir de su caparazón. Ella quiere seguir siendo buena y tener buenas notas, pero la rabia que siente le llama y le dice:
-Tortuguita, ¿por qué no le devuelves el golpe a ese, alguna vez, cuando el profesor no esté mirando? Eso te haría sentirte mejor.
Tortuguita no sabe qué hacer. Está en un buen lío. Ella quiere buenas notas de comportamiento, pero la rabia trata de convencerla para que se comporte mal. Entonces recuerda a la vieja tortuga sabia que le ayudó una vez y, después del colegio corre a la casa de la vieja tortuga, en las afueras del pueblo. Tortuguita le dice:
-¿Qué puedo hacer? Siento mucha rabia por dentro después de meterme en mi caparazón. Me dice que les pegue, pero yo no quiero meterme en líos. ¿Qué puedo hacer para detener la rabia?
La vieja tortuga, más sabia que la tortuga más lista del pueblo, tiene una respuesta para Tortuguita. Se rasca la cabeza y dice:
-Cuando estés dentro del caparazón relájate. Calma tus músculos como si fueras a dormir. Deja que tus manos cuelguen, sueltas, deja que tus pies se relajen, libera todo tu cuerpo. La rabia desaparecerá. Mientras te estás relajando piensa en cosas agradables como el sabor de un helado delicioso. Los sentimientos furiosos se irán y saldrás sin ellos. Le diré a tu profesor que te ayude a aprender a relajarte.
A Tortuguita le gusta la idea. Al día siguiente vuelve a la escuela y le cuenta al profesor lo que le ha dicho la vieja tortuga. Cuando el chico que está al lado empuja a Tortuguita, ésta se refugia en su caparazón y, entonces, se relaja. Calma todos sus músculos y la rabia se va, y Tortuguita está muy contenta. Tortuguita continúa teniendo buenas notas y al profesor le gusta tanto la idea que enseña a toda la clase a relajarse. Así es como les enseñó a relajarse…
En la primera fase del entrenamiento de relajación se enseña a los niños a tensar los músculos de la parte del cuerpo que están trabajando y, súbitamente, destensarlos. Se les hace notar qué bien se siente esa parte del cuerpo cuando está relajada. El orden sería, de las manos hacia el tronco, de los pies hacia el tronco, labios, ojos, cara, estómago y pecho, todo ello acompañado por instrucciones verbales con una voz relajada y con pocas inflexiones, comprobando que hay una diferencia real cuando una parte del cuerpo está tensa y cuando está relajada.
En la segunda fase de este entrenamiento se practica la relajación de forma más directa, sin pasar por la tensión-distensión, sino sintendo el bienestar de cada miembro relajado, tratando de relajarlo cada vez más y con imágenes mentales placenteras.
Paso 7: generalización
El entrenamiento en relajación dura una o dos semanas, y comienza la generalización de la técnica fuera de las sesiones de práctica. Para ello se comienza por extinguir progresivamente las recompensas materiales. Al principio solo se da una, al final del día a los niños que hayan utilizado correctamente la técnica de la tortuga. Al poco tiempo estos niños no reciben la recompensa, sino que participan en un sorteo. Sí que se continúa elogiando a los compañeros que favorecen o felicitan al que utiliza la técnica de la tortuga.
Paso 8: entrenamiento en solución de problemas
Convertirse en tortuga inhibe las respuestas impulsivas y agresivas, pero no ayuda a solucionar el problema con el que se encontró el niño. Por eso, al mismo tiempo que se hacen los pasos 4, 5, 6, y 7, se tiene que enseñar un sistema de solución de problemas en el que el problema se define, se buscan alternativas para resolverlo, se evalúan sus consecuencias, se elige la mejor, se pone en marcha, y se comprueba su utilidad. La forma de hacer esto es presentando historias en las que aparezca un dilema que los alumnos puedan captar con facilidad. Al principio el profesor hace, en voz alta, todos los pasos del proceso de solución. Después se hacen juegos de rol, se debaten las soluciones en la clase, o un alumno realiza el procedimiento y la clase analiza la solución que ha propuesto. Cuando todo esto comienza a practicarse en situaciones reales, el profesor puede evaluar con los alumnos implicados si las soluciones que se han encontrado han sido adecuadas.
Con los niños pequeños es importante hacer mucho énfasis en el concepto de «opción». Cuando el profesor se encuentra a un niño haciendo la tortuga, o ante un problema, le puede preguntar qué opciones tiene y ayudarle a buscarlas.
Paso 9: mantenimiento
Para que esta forma de afrontamiento de los problemas se mantenga en la clase se recomienda que se continúe con el registro de los comportamientos objetivos y se analice su evolución a lo largo del tiempo, que ocasionalmente se elogie públicamente a niños que hayan utilizado la técnica, y que se anime a los compañeros a hacer lo mismo cada vez que la observen, realizar provocaciones aleatorias una o dos veces a la semana, seguir ayudando a los alumnos a encontrar opciones de respuesta, realizar una o dos sesiones semanales de práctica en grupo.
Ésta ha sido una entrada muy larga, así que la información sobre los usos, investigación y evidencias acerca de la técnica de la tortuga se incluyen en otra entrada (Más sobre la técnica de la tortuga). De momento aquí queda un procedimiento bastante detallado de cómo ponerla en marcha, y la referencia a la propuesta original.
muuuuy buen aporte, me sirvio muchisimo para aplicarla a un grupo de niños pequeños
Gracias Isabel:
En realidad, todo el mérito lo tienen Marlene Schneider y Arthur Robin, que son los que crearon la técnica. Yo me he limitado a buscar información y contarla aquí.
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